Mi Navidad en Indonesia
9:00El pasado jueves cogí el avión que me trajo de vuelta a Indonesia, el lugar al que no tuve ninguna duda nada más pisar, que volvería.
Me he venido sola y voy a estar por aquí durante un mes y no, no son unas vacaciones.
Ser freelance es increíble, no lo cambio por nada, pero también en ocasiones es un trabajo solitario.
Desde hace mucho tiempo he querido dar el paso y buscarme un coworking, he estado a punto muchas veces, pero al final me he dado cuenta que no es viable para mí.
Sé que me distraería más de la cuenta y que además, estaría pagando una cuota mensual y no lo aprovecharía, porque estos últimos dos años viajo de manera frecuente.
Así que, sigo trabajando desde casa y me encanta, que conste, pero cuando no viajo trabajo de lunes a domingo desde por la mañana hasta la noche, y cuando llevas cierto tiempo a este ritmo, se hace cuesta arriba.
Esta es una opción de vida que siempre había deseado y que he trabajado mucho hasta conseguirla, una decisión de la que no me arrepiento para nada.
Por eso aunque haya momentos duros, muchos otros lo compensan de sobras, lo que más claro tengo es que estoy viviendo la vida que quiero y que voy a aprovecharla al máximo.
Es una suerte (buscada) el poder trabajar desde cualquier parte del mundo.
Así que cuando el pasado mes de febrero vine a Indonesia me sentí tranquila, relajada... todo tomó una perspectiva lejana, aprendí a relativizar los problemas... era otra yo que hasta ese momento nunca había conocido.
No solo eso, el clima, la sonrisa de la gente, la comida, el paisaje... me enganché a un lugar que todo y no ser como yo esperaba en un principio, tiene algo que te atrapa.
Quería volver, las Navidades no son para nada mi época preferida del año, es un momento que el ritmo de trabajo baja... así que era la situación perfecta para trasladar mi oficina móvil.
Como he dicho, no son unas vacaciones, lo único que pretendo es vivir y trabajar a otro ritmo, con otro entorno, gente alrededor, salir, conocer, aprender... y todo lo que estas semanas me traiga.
La verdad es que prácticamente no he planificado nada más allá de unos días en las islas Gili, voy a dejarme llevar por lo que en ese momento me apetezca ¡y el wifi! que hay que trabajar.
Entre tú y yo, esta estancia se alargaría mucho más de un mes si no fuera por mi pichón, lo quiero con locura y todo y que sé está super cuidado, se me rompe el alma pensar lo triste que debe sentirse.
Porque esa es otra, siempre que vuelvo a casa de un viaje se pasa todo un día regañándome y luego no me lo puedo quitar de encima durante días.
Incluso he valorado la posibilidad de mudarme y traérmelo conmigo, pero no veo manera posible y que no suponga un trauma para él. Tendría que ir en la bodega del avión y eso es algo que jamás de la vida haría, porque nadie podría garantizarme estaría 100% bien.
Me conformo pudiendo viajar temporadas largas, desconectar y volver con fuerzas renovadas.
Feliz Navidad desde mi paraíso.
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