Viaje al norte de la India 9a parte
9:00
Pusimos el despertador a las 6h para ir a ver la salida del sol desde el Ganges, pero estábamos tan cansadas que decidimos apagar el despertador y dejarlo para el día siguiente
Después de desayunar y aprovechando que el día antes Francina y su pareja nos habían enseñado un poquillo el barrio que teníamos alrededor del hotel, y que parecía muy tranquilo, salimos a dar un paseo
Estaba lleno de “comercios” uno al ladito del otro, y ni un solo “local” vacío: vendedores, casetas, señoras vendiendo verduras, zumos, carros con frutas… a paso lento fuimos disfrutando de ese entorno que aunque ya familiar, todavía no dejaba de sorprendernos
En ese paseo, encontré una mini tienda llena de cintas preciosísimas y muy baratas, y allí me volví loca. No sabía cuales escoger, tampoco sabía para qué las iba a utilizar, pero a ese precio y tan bonitísimas, me hubiera arrepentido siempre si no hubiera comprado
De ahí, le pedimos al señor si conocía alguna tienda donde vendiera tela a metros, uno de mis objetivos, y nos llevó a un fabricante que tenía el chiringuito en un piso
Bueno, él no nos llevó, llamó a uno que pasaba por la calle que se encargó de llevarnos. Las relaciones entre la gente en la India, son muy curiosas
El lugar en cuestión era un piso, y al llegar, nos hicieron quitarnos los zapatos y sentarnos en el suelo mientras nos enseñaban telas bastante sencillas y que no se ajustaban a lo que tenían en mente
Eso sí, nuestro desconocimiento en el tema precios al final nos hizo picar y comprar pañuelos para la familia, a 700 rupias la unidad, una fortuna, contando que si nos dicen que es seda o que es de una calidad excepcional, nos lo creemos a pies juntillas porque no tenemos ni idea
De ahí, sabiendo que habíamos sido timadas sin remedio, fuimos a comer al que iba a ser a partir de ese momento nuestro proveedor oficial de comida, el Ashish café, qué bien hemos comido estos días ahí y qué barato
Estaba llenísimo, así que tuvimos que entrar a la zona “chill out”, dicese de esa zona en la que tienes que quitarte los zapatos y sentarte en el suelo a comer
Al principio guay, sin más problema, había wifi y el sentarse en el suelo era un mal menor, pero unos ratoncillos monísimos no paraban de corretear por el suelo
Tal situación, sosteniendo un plato de arroz en la mano, sin tener zapatos ni calcetines puestos y notando como te rozan los pies, te hace dar unos sobre saltos importantes, por quien no lo haya experimentado. Llamadme pija, pero yo quería comer sentada en una mesa y con zapatos, eso no era para mi
Así que cuando una mesa libre, nos mudamos y allí hicimos tiempo hasta que se hizo la hora de nuestro tour por Varanasi
Nuestro guía hindú, nos explicó las costumbres, edificios, el porqué de las cremaciones y las diferentes maneras que había de hacerlas, la ceremonia de ofrendas al Ganges que se hacía por las tardes… entre muchas otras cosas
Todo aquel que puede va a morir a Varanasi, debido a que el Ganges es el río sagrado para los hindús, por eso esta ciudad es considerada una de las ciudades más pobres y a su vez espirituales de la India, hay gente deambulando por las calles esperando el momento. Por suerte, durante nuestra estancia nunca encontramos gente tan mal
Me chocó muchísimo conocer cuando se puede hacer o no una cremación. Por ejemplo, a una mujer que muera estando embarazada no se la puede quemar. Se le ata una piedra al pie y se la hunde en el río
Esto es así, porque creen el feto todavía está vivo. Muy muy impactante
Pero, vamos a ser realistas, lo mejor de nuestra ruta fue sin duda fue la visita al bazar. Pon a una mujer un tienda delante, y será la más feliz
Soy cero mística y cero espiritual, pero me derrito delante de telas bonitas, saris y tiendas curiosas, así que aquel interminable paseo por el centro del bazar, acabó con un dolor de cabeza de tal cúmulo de estímulos que mi cerebro recibía en tan poco tiempo
Eso sí, puse en marcha mi GPS mental e intenté memorizar todas las vueltas que habíamos dado por aquellas callejuelas, para poderlas reproducir tranquilamente al día siguiente. Teníamos que volver
Para acabar, nos llevó al Blue Lassi que era de una amigo suyo, y allí probamos el yogur de búfalo más espectacular que he comido jamás. No sé si era realmente de búfalo o no, pero el mejor yogur que he probado jamás seguro que sí
Además el local, llena hasta los topes de guiris, está situado justo en la mini calle "oficial" por donde llevan a cuestas a los muertos dirección a los crematorios
Una sensación curiosa... estar sentada tranquilamente comiendo yogur delicioso mientras ves muertos pasar...
Prometimos que esta parte no se la contaríamos a nuestra madre
Ese fue el fin del día, eran ya las 20h, pero me prometí que al día siguiente volvería
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