Diario de viaje a la Laponia finesa parte II
9:00
La noche en tren, fue todo un carnaval, pero literal.
Era febrero, y aunque los educados y respetuosos fineses no celebran la fiesta de la sardina, 8 españoles en un tren durante 13 horas, daban para mucho. Así que por allí... se vió de todo, aunque la palma se la llevó Batman y Robin, de los que prefiero no enseñaros documentos gráficos no vaya a afectarles en su ámbito profesional.
Pero las normas de conducta por las áreas comunes del tren las teníamos claras, no por nosotros, sino porque con 2 fineses y un noruego no todo iba a ser soplar y hacer botellas me intento españolizar, aunque me cuesta. Así que no nos quedó otra que meternos 11 personas en un camarote de 4, al más puro estilo de los hermanos Marx.
Aunque íbamos en un tren litera, la noche se hizo larga. Pasaban las horas y solo divisaba el mapa geográfico finés, e imaginaba como la cantidad de nieve que había en el exterior, aumentaba como más subíamos al norte.
Finalmente, sobre las 10h de la mañana llegábamos a Kolari, la última estación de esta línea ferroviaria. Lo primero que hicimos fue esperar a que descargaran el coche del tren, una de las ventajas de viajar con gente autóctona. Y aunque en un coche caben 5 como máximo, 4 si vas vestido con ropa térmica, polares y descansos, nos las hicimos dando viajes una y otra vez para desplazarnos los unos y los otros.
LA casa... creo que por la imagen no hace falta descripción, se encontraba en el pueblo de Ylläs. Insisto que me apasiona la nieve, y mi sueño es vivir algún día en la montaña, y si es en una casa de troncos al estilo abuelito, ya ni os digo. Así que al verla, nos entró la risa tonta, esa es nuestra casa? no podía ser más ideal.
El padre de F., tenía un amigo con casa en Ylläs, que amablemente nos había cedido. Y es que en Finlandia es muy usual pasar las vacaciones de febrero en esta zona del país.
La parada número dos fue hacia el supermercado. Habíamos traído provisiones de España, embutidos, chucherías, y alcohol para los mojitos y para el Malibú con piña de T., principalmente lo que allí es más caro o no se encuentra, pero necesitábamos otros alimentos de primera necesidad. Íbamos a pasar 5 días en un paraíso blanco y el supermercado no se encontraba a la vuelta de la esquina precisamente.
Las siguientes horas fueron como las de un parque de atracciones, ataviados como muñecos de nieve, salimos a "explorar" el entorno, pero no íbamos a hacerlo fácil, teníamos que medir hasta donde nos llegaba la nieve. Para ello no hay nada mejor que caminar campo a través y dejarnos absorber por ella.
Acabamos chorreando de intentar caminar y hundirnos a cada paso, de hacer el angelito, de tirarnos los unos a los otros... creo que niños de parvulario son más cívicos que nosotros.
A esas alturas, en Ylläs,ya habían notado nuestra presencia.
3 comentarios